Tengo el honor de presentarles al Sr. Joan Vicenç Duran Llàcer, una figura destacada en el ámbito de la seguridad y la prevención de riesgos laborales.
Con una carrera que abarca más de cuatro décadas, Duran ha sido testigo y parte activa de una transformación profunda en la cultura de seguridad dentro de las empresas, especialmente en el sector químico.
A lo largo de su trayectoria, ha ocupado cargos de gran responsabilidad, como director general y presidente de diversas entidades, desde donde ha impulsado mejoras significativas en la prevención de accidentes laborales.
En este diálogo, Duran nos comparte las lecciones más valiosas que ha aprendido, sus estrategias para fomentar una cultura de seguridad en las organizaciones y cómo su implicación personal lo llevó a escribir el libro «Cero accidentes: ¿Una utopía?«.
Su experiencia refleja la importancia de la formación, la constancia y el compromiso a todos los niveles de una empresa para alcanzar entornos laborales más seguros.
¿Qué le motivó a enfocarse en la prevención de riesgos laborales y cómo surgió su interés por mejorar la seguridad en las fábricas?
Mi carrera tuvo un punto de inflexión cuando a los 37 años me contrató Rhône Poulenc para dirigir una fábrica, que acababan de adquirir a una familia de empresarios. Lo que despertó mi interés por el tema, fue ver cómo la Seguridad, y consecuentemente la prevención de riesgos, estaban consideradas un elemento clave de la gestión del director de la fábrica.
Allí empezó lo que acabaría siendo mi vocación, a pesar de no haber sido nunca un técnico de prevención.
En la fábrica que había dirigido anteriormente, no había esta cultura.
¿Cómo influyó su experiencia en entidades como el Consorcio de Caucho y la Comisión de Seguridad de FEDEQUIM en su manera de abordar la seguridad en el trabajo?
Es un lujo trabajar en el ámbito químico, en el tema que nos ocupa. La Química había sufrido accidentes terribles y tenía muy mala prensa en el ámbito de la Seguridad.
En un momento determinado esto cambió y hoy en día es uno de los sectores industriales con más bajo índice de accidentabilidad.
Fue un honor para mí poder ser el presidente de la Comisión de Seguridad Industrial de FEDEQUIM cuando era director de fábrica.
Cuando fui nombrado director general, redoblé mi empeño, ya que en este tema es fundamental la implicación y el ejemplo de la jerarquía.
Después de muchos años de pertenencia a la junta directiva del Consorcio del Caucho, fui nombrado presidente de este y desde allí seguí empujando en un sector muy complejo por la heterogeneidad de las empresas, con mucha PYME y micro PYME, en donde la cultura preventiva cuesta mucho más de implementar.
¿Cuáles fueron los principales desafíos que enfrentó a la hora de implementar mejoras en la seguridad laboral durante su trayectoria?
Los desafíos más importantes y difíciles son los que no se resuelven con dinero o sólo con dinero.
Muchos de los accidentes son del ámbito comportamental, lo que significa que faltan hábitos seguros que lleven al personal a una cultura colectiva global que automotive a todos…o casi.
Cambiar un comportamiento colectivo, no es tarea fácil, hace falta una gran inversión en formación y concienciación, y una ejemplaridad modélica por parte de la dirección y cuadros directivos.
Conseguir la implicación de los mandos intermedios y de las fuerzas sociales, casi garantiza la capilaridad de la acción y su éxito.
¿Qué impacto tuvo para usted recibir el Premio Atlante en 2016 en reconocimiento a su labor en la seguridad y prevención de riesgos?
Hay dos días en mi vida profesional que recuerdo especialmente felices, el de la entrega del premio Atlante y el de la presentación de mi libro. Fue totalmente inesperado.
Hay muchos buenos profesionales técnicos en la materia y yo no lo soy.
Cuando lo recibí me dijeron que no conocían ningún director general que se hubiera implicado tanto en el tema de la Seguridad hasta el extremo de dedicarle una parte de su vida privada escribiendo un libro, con fin didáctico, para que su experiencia no se perdiera con su jubilación.
¿Qué le inspiró a escribir el libro «Cero accidentes: ¿Una utopía?« y qué mensaje espera que los lectores retengan?
En el epílogo está explicado el proceso que me llevó a escribirlo. En pocas palabras toda una serie de casualidades me llevaron a pensar que era una lástima que más de 40 años de experiencia, se perdieran al jubilarme.
Y como tema del libro no tuve ninguna duda, llevar una fábrica de un accidente con baja cada dos semanas a diez años sin accidentes, es de lo que más orgulloso me siento de mi vida profesional. Además, su lectura podía ser útil a mucha gente.
El mensaje es que es posible reducir substancialmente el número de accidentes de una empresa.
En su experiencia, ¿se encontró con resistencias a la hora de implementar cambios en la seguridad dentro de las organizaciones? ¿Cómo las superó?
Es cierto que las hubo, sobre todo internas. Ya se sabe que existen los empleados tóxicos, aquellos que son capaces de boicotear cualquier iniciativa creando rumores de obscuros objetivos de la empresa.
Yo los llamaba: “el sector crítico”. Todas las iniciativas que lideraba eran mal aceptadas.
No hay metodología infalible para esta situación. Yo usé inmensas dosis de paciencia y constancia (hoy en día le llamaríamos resiliencia) y sobre todo de ejemplaridad, sin fisuras. La mayor parte del colectivo, que estaba por la labor de mejorar, acabó siendo fundamental en el cambio de mentalidad.
Respecto al trabajo en la patronal la problemática está fundamentalmente en las empresas más pequeñas, sin el tamaño crítico para tener profesionales del tema.
Es un tema complejo que merecería una entrevista monográfica.
¿Cómo cree que la dirección en las empresas influye en la efectividad de las políticas de prevención de riesgos laborales?
Muchos estudios demuestran que ha de haber una estructura top-down, para este tema.
Las empresas de éxito tienen a su director general a la cabeza y al responsable de prevención de riesgos dependiendo de él en el organigrama y formando parte del comité de dirección.
¿Qué estrategias considera importantes para desarrollar una cultura organizacional centrada en la seguridad laboral?
La Seguridad ha de ser real y no un bonito slogan a la entrada de la fábrica.
La organización y la formación deben de llegar a todos los trabajadores y, muy importante, a todas las empresas subcontratadas que trabajen en el recinto industrial.
Todavía se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo al director de Seguridad de Rhône Poulenc diciendo a los 120 directores de fábricas del mundo: “No hay que subcontratar la muerte”
¿Cuáles han sido las lecciones más importantes que ha aprendido a lo largo de su carrera en la prevención de riesgos laborales?
La más importante es que hay que saber gestionar correctamente a las personas, que finalmente son las que tendrán, o no, accidentes.
Además, un colectivo seguro es capaz de soportar los cambios a los que la vida actual nos ha llevado en el mundo del trabajo.
¿Podría compartir alguna experiencia o anécdota destacada donde haya visto un cambio positivo significativo en la seguridad de una organización?
La anécdota más bonita, o una de las más bonitas, fue la siguiente: cuando estábamos en una racha de 6 años sin accidentes, la Mutua de accidentes nos ofreció una comida y nos dio una placa conmemorativa, a la responsable de seguridad, a los miembros de lo que se llamaba comité de Seguridad e higiene y a mí.
A mi lado estaba un miembro del comité y sindicalista, con el que me unía una excelente relación a pesar de que tuviéramos roles y puntos de vista muy distintos en otros temas. Al final de la comida me dijo: ¿Se acuerda de cuando nos invitó a toda la plantilla a desayunar chocolate caliente con bizcochos, el día que alcanzamos el primer mes sin accidentes?
Otra vez pelos de punta, aquel hombre se acordaba de un sencillo reconocimiento que había pasado ¡15 años antes! Hay muchas personas por las que merece la pena luchar y tirar adelante.
Él y el presidente del comité de empresa fueron fundamentales en algo muy importante: la credibilidad del proyecto de cambio.
Después de tantos años dedicados a la PRL, ¿cómo mantiene la motivación y el compromiso con la mejora continua de la seguridad laboral?
Bueno ahora ya estoy jubilado, pero mantengo una actividad como conferenciante y asesor.
Mi motivación principal es cuando te llaman de una empresa a la que has aconsejado y trabajado con ellos y te dicen que han dividido por dos el número de accidentes, respecto al año anterior.
¿Cuáles son los errores más comunes que ha observado en la gestión de la seguridad laboral, y cómo se podrían evitar?
El error principal es el considerar la Seguridad como una obligación legal, aunque también el fatalismo, el pensar que los accidentes son inevitables.
¿Cómo ha logrado equilibrar las exigencias de la productividad con la necesidad de mantener altos estándares de seguridad en sus proyectos?
Es un falso mito que la Seguridad reduce la productividad. Es justo lo contrario. Una fábrica limpia, ordenada y sin bajas por accidente es siempre más rentable y productiva que una sucia, desordenada y con personal de baja por accidente.
La sociedad no debería de aceptar, por una cuestión ética, que haya empresas con riesgos innecesarios para tener costes teóricamente más bajos.
¿Qué impacto ha tenido su trabajo en su vida personal y en su percepción sobre el bienestar en el trabajo?
De hecho, en mis conferencias empiezo diciendo a la gente que mi ilusión es serles útil en su vida, en general, no exclusivamente como trabajadores.
El sitio más peligroso del mundo es una cocina doméstica. Estamos a años luz de conseguirlo, pero espero que algún día se enseñe Seguridad en las escuelas a los niños de primaria y que lleguen ya con esta mentalidad al mundo del trabajo.
Sobre el bienestar, está comprobado que una plantilla con un alto índice de siniestralidad vive en una situación de stress permanente a la espera de quién será el próximo accidentado y cuál será su gravedad. Una situación muy negativa para el bienestar en el trabajo.
Si pudiera resumir cómo alcanzar un entorno laboral seguro, ¿qué consideraría más relevante para lograrlo?
Que la dirección lo tenga como uno de los valores de la empresa y actúe en consecuencia.
¿Cómo se puede motivar a los equipos a adoptar de manera proactiva las medidas de seguridad en lugar de verlas como una imposición?
Sólo es posible si la empresa tiene y desarrolla una verdadera cultura preventiva.
La automotivación es la mejor forma de motivación.
Por último: ¿Le gustaría aprovechar esta oportunidad para añadir algo más?
Agradeceros la oportunidad de mostrar que sí es posible la reducción paulatina de accidentes que nos lleve al cero o muy cerca de él.
El libro se puede obtener por internet en Librería Lex Nova.
Agradecemos al Sr. Joan Vicenç Duran Llàcer por su tiempo y por compartir su experiencia y conocimientos con nosotros en conexión PRL.
Para más información, puedes seguirlo en LinkedIn: Joan Vicenç Duran Llàcer